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Recuerdo cuando
todas mis amigas de clase tenían muy claro lo que iban a estudiar, o al menos,
eso parecía desde fuera. Para mí, nunca entró Medicina entre mis opciones,
barajaba la idea de estudiar Enfermería o Fisioterapia, pero Medicina lo veía
demasiado, como algo imposible de lograr… Hasta que gracias a una amiga y a mi
madre, cambie de opinión y definitivamente fue mi primera opción. Ahora sé, que
verlo imposible era fruto de la admiración que sentía hacia la profesión, “ser
médico” y que no hubiera sido feliz de otra manera. Estos años de carrera me
han confirmado mi ilusión; quiero ser médico, cada día más. Ahora que estoy en
6º curso, casi viendo el final, puedo decir que ha sido muy sacrificado, la
cuesta que hemos subido ha sido dura, muchos exámenes y preocupaciones, pero
sin duda, las experiencias buenas han compensado todo lo anterior. El contacto
con el Hospital te cambia. Cada día crece la ilusión de llegar a ser doctora.
Lo que ves en el Hospital, te hace querer saber más, entregarte a los
pacientes, ayudarlos, animarlos, sacarle la sonrisa a la abuelita o quitarle el
miedo al niño, sale sola la iniciativa. Aprendes a valorar la vida, lo que
tienes que otros no, o que otros acaban de perder. Sales de allí diferente, con
otra perspectiva de vida. Tengo que reconocer que me da mucho miedo acabar. Es
mucha responsabilidad ser médico, pero llega la hora de dar un paso más. Sin
duda, me queda mucho por aprender, pero sé que voy a ser muy feliz trabajando y
voy a intentar ser lo mejor médico que pueda, porque no hay mayor satisfacción
que la que recibe el médico de un paciente
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Yo, desde pequeño me
he interesado por la medicina, siempre curioso, explorando, y el querer ayudar
a los demás, cuando estaba en el colegio, en mi mente estaba estudiar medicina,
aunque mis compañeros me decían que era una carrera muy difícil, y que no lo
lograría, pensaba en esas palabras, y a veces pensaba en escoger otra carrera,
termine el bachillerato, tengo 17 años, y opte por estudiar medicina, empiezo
en enero del 2013, y sé que es lo mejor he hecho, pues es algo que amo, y sé
que es difícil, pero con esfuerzo y dedicación sé que puedo, y seré un gran
médico, cumpliendo mis sueños y estar al servicio de los demás.
Nunca abandones tus sueños, por
los comentarios, si es algo que quieres hazlo
- Mi sueño desde pequeña ha sido ser pediatra
por tres principales razones, la primera porque es una carrera que
influye en el futuro de nuestro país, debido a que los niños son
unos individuos que a su edad son muy inocentes, indefensos y
propensos a contraer cualquier infección, por este motivo los
pediatras deben estar allí y hacer todo lo posible para que ellos tengan
una buena salud y puedan disfrutar de su niñez y realizar todas las
actividades que cualquiera de nosotros anhelamos volver a
hacer.
La segunda razón es porque a medida que vamos creciendo olvidamos o
dejamos a un lado nuestro niño interior y ya no disfrutamos las cosas como
solíamos hacerlo antes.Al ser pediatra tenemos la oportunidad de compartir
y tener una relación estrecha con estas personitas que nos hacen retroceder
el tiempo y volver a ser niños, es como si ellos nos devolvieran un
pedacito de la alegría de la niñez que pensábamos perdida. La ultima y la
más importante es que al ayudar a un niño, este siempre nos agradece con
una gran sonrisa, lo cual puede ser algo muy simple pero no creo que haya
cosa más satisfactoria ni hermosa. Por estas razones deseo llegar a
ser pediatra y poder contribuir con el desarrollo de la
población más importante de nuestra comunidad. -Luisa Murillo
- Cuando yo empecé sexto de Medicina, lo cierto es que
no sabía qué especialidad quería hacer, pero tenía muy claro que habían
algunas que jamás haría. En quinto había dado pediatría, y para mi había
sido un infierno. El temario había sido larguísimo y muy memorístico, el
examen fue el peor y más duro de cuantos recuerdo (y encima el último del
año, casi en julio) y ni siquiera vi pacientes en las prácticas, por lo
que pediatría había entrado en esa lista de "las cosas que jamás
haré".
Con esta idea empecé pues el último año de carrera. En mi facultad el
curso consistía en lo que llamamos un "rotatorio", una serie de
períodos en los que vamos rotando un determinado tiempo por varias
especialidades, siendo una de ellas pediatría. A mi me tocó en un hospital
comarcal pequeñito, lo cual vi como un problema grave puesto que tenía tan
poca idea de la especialidad que me imaginaba que esas tres semanas iban a
estar dedicadas a "cacas y mocos", como decíamos en clase. No sabía
como me equivocaba. Hoy hace ya más de un año de aquello, pero la verdad
es que fueron las tres mejores semanas de la carrera, con muchísima
diferencia a cualquier otra que pudiera haber pasado.
Supongo que resulta muy complejo dar un por qué a una cosa como esta, pero
yo me quedo con dos frases que me dijeron en ese hospital: la primera es
que la especialidad es como los gatos: tú no la eliges, sino que ella te
elige a tí. Yo creo que sentí un poco eso, que este era mi lugar. La
segunda fue hablando sobre los riesgos de trabajar con personas tan
"frágiles" (o delicadas, más bien) como los niños. Le pregunté a
la jefa del servicio sobre la dureza de especialidades como la oncología
pediátrica, a lo cual me contestó algo que también ha sido muy importante
en la elección: me dijo que los niños necesitan médicos, y que alguien
tiene que asumir esa responsabilidad.
De modo que supongo que al final es un poco eso: los niños necesitan
pediatras, y eso es lo que quiero ser yo.
PD: Aprovechando que esta es la primera publicación, pido perdón en
adelantado por los faltorros que voy a soltar, pero es que los catalanes
tenemos los idiomas cruzaos y algunas veces se me escapan.-Jaume Enjuanes
- Durante la
carrera me enamoraba de cada asignatura de la que hacía prácticas. Si
estudiaba dermatología quería ser dermatóloga, si estudiaba cirugía
general quería ser cirujana general y así un largo etc.
Como se acerca la hora de elegir, me orientaba más hacia una
quirúrgica porque me llamaba muchísimo la atención. Sin embargo, cuanto más
cerca estaba de esa elección, más me costaba hacerla ya que no quería renunciar
a saber leer electrocardiogramas, a saber los criterios analíticos de una
colestasis o a saber qué antibiótico dar según la zona en la que sospeche que
está la infección. Así, un día desperté de mi letargo y decidí...Quiero ser
pediatra. Debido a mi amor por todas las especialidades considero que debo
elegir una que me permita saber de todo y, como los niños tienen de todo, creo
que Pediatría cumple este requisito. Me gusta moverme, explorar, tocar, hacer
manos...y el niño la mayoría de las veces no puede explicarte bien lo que
tiene, con lo que debes basarte en tu exploración y ojo clínico para saberlo.
La mayor parte de la patología aguda infantil, por suerte, es
banal. Además los padres, lógicamente, se asustan mucho con cualquier cosita
que tengan sus niños y hacen visitas a urgencias que, para ti, son cosas sin
importancia. Es necesario tener mucha paciencia para ser pediatra tanto con
los niños como con los padres pero esto pasa en cualquier especialidad.
Respecto a cuando las cosas no van tan bien, a mí me costó estar presente
cuando le comunicaron a una señora que su madre de 86 años iba a fallecer. Los
adultos ya han vivido y tú, como médico, entiendes que esa señora había tenido
una calidad de vida bastante buena hasta el momento y que ya es comprensible
que eso suceda. Sin embargo, es la madre de esa mujer y entiendes lo que para
ella puede suponer esa información a pesar de tu visión como médico. En los
niños siempre es más difícil porque un niño nunca debería fallecer, lo lógico
es que viva muchísimos años pero, por desgracia, no siempre es así. Esto sólo
se puede aprender a base de experiencia y aceptando que la muerte es algo
natural, que desde que nacemos estamos predestinados a morir y nadie sabe
cuándo ni cómo será ese momento.
En definitiva, es una especialidad generalista en la que debes saber de todo y
luego, si quieres, puedes subespecializarte en múltiples ramas. El niño no es
un adulto en pequeñito, ni como paciente ni por las patologías que presenta,
debes aprender a realizar punciones lumbares, ecocardiogramas, intubar, coger
vías centrales...Puedes dedicarte al nivel hospitalario o al nivel de Atención
Primaria. Es una especialidad muy rica para la que cuatro años se me hacen muy
cortos y a la que quiero dedicar el resto de mi vida profesional.
El día en el que
realmente ves claro lo que quieres es muy especial, te anima muchísimo a
luchar para conseguirlo y te hace ser muy feliz. Tachas una tarea pendiente
de tu agenda y lo usas como motivación para estudiar como nunca antes en tu
vida.- Ana Blanco Rubio